Monday, January 23, 2006

Si está justificado... II

(viene de la entrega anterior) Me di cuenta de que cuando hablaban, miraban la misteriosa carpa blanca. Me acerqué a una de las que esperaban y le pregunté qué pasaba. “Es que se oyen ruidos extraños desde adentro, como gemidos”. Apenas habiendo dicho eso, salió una niña de la famosa carpa, a la que todas se abalanzaron preguntándole qué onda adentro. “Bueno, primero te hacen hacer tu escena y después teníh que sacarte pa´rriba y hacer como que tirai arriba de un banca… es fuerte igual”. Tales declaraciones causaron fuerte impacto: algunas de las que esperaban agarraron sus cosas y se fueron, otras decían que iban a “quemar su carrera” y otras, derechamente, no querían que les miraran las pechugas. Personalmente, tomé el asunto como un desafío personal, después de todo no tenía carrera que quemar, ni siquiera académica, ni tenía grandes pechugas para que me miraran y, por último, no tenía nada mejor que hacer esa tarde, así que me senté a esperar. Conforme fueron pasando las horas, la tensa espera comenzó a hacerse latera y, tipín 20:42 comencé a repasar el acentillo de taquillera adolescente de población para refrescar lo practicado y matar el tiempo. En eso estaba cuando de la carpa llamaron a la penúltima niña de la lista de espera (yo era la última). Me dio ataque. Me comieron los nervios. Encontré que mi ropita era macabra y mi acento peor, me pregunté qué mierda hacía ahí si era la peor del curso y temí por mi integridad psicológica, ¡¡¿qué mierda hago si ya llevo 7 horas esperando?!!. Como yo era la última, entonces no quedaba nadie en el corredor y me acerqué sin pudor a la puerta de la carpa, desde donde escuché fuertes “¡ay!¡ay!¡mm!¡que rico!¡más!...” y de pronto alguien interrumpiendo “oye, oye, sabes que está súper bien, pero trata de no hacer tanto escándalo, trata de gritar menos”, palabras que me espantaron terriblemente, morí de miedo, no entro ni cagando, que plancha, que terror, que… “¡siguiente!” salieron llamando de adentro de la carpa y yo casi en la puerta de salida! Tenía que decidir en una fracción de segundos si huía corriendo o me devolvía digna a hacer lo que había preparado. “¿Tú eres la última?” preguntaron. “Sí, soy yo”, después de todo ya había esperado todo el día. Me comí la plancha y entré.
Adentro, un gordito chascón muy simpático me dio las instrucciones: debía hacer mi escena, aquella de la ropita y el acento, mirando a cámara. No me dijo nada de la segunda parte, entonces pensé que seguramente estaría hasta el coco de mirar pechugas y rollos, que de seguro yo no lo haría y tranquila con esa creencia hice mi escena. “Salió buena” pensé. “¿Quieres hacerla de nuevo?” preguntó. “Mierda, salió como el hoyo” rectifiqué. Y quise tirarle la pelota a él: “no, a no ser que tú quieras repetirla” dije. Él negó con la cabeza y me dijo que pasáramos a la segunda parte…. Y pensé que me había salvado… cagué. El gordito me dio las instrucciones: “¿entendido?” preguntó. Un ahogado “sí” salió de mi boca y me preparé para la escena: me saqué la polera (me viera mi papá!!), me saqué el sostén (mi tía abuela se muere…!), me levanté la mini y me monté, una pierna a cada lado, sobre una banca. Y comencé, sin poder creerlo, a fornicar a la suertuda banquita. Mientras lo hacía pensaba en “trata de gritar menos” y controlaba mis gemidos, pensaba también en endurecer las piernas y hundir la guata, y, por último, pensé en que seguro hacer eso que estaba haciendo era pecado, así que ahora sí que me iban a negar la entrada al cielo, justo en el momento en que terminaba mi performance con un cachondo “Qué bien me lo haces…!”, y el gordito dijo corte. Yo me reía sola mientras me vestía, no podía creer lo que había hecho recién. Terminé de ponerme la ropita de taquillera adolescente de población y, cuando me estaba yendo, el gordo y la muchacha me pararon y dijeron: “normalmente no hacemos ningún comentario en los castings, pero tenemos que decirte que, después de 10 horas de ver niñas, es un agrado terminar con una actriz tan buena como tú. Encontraste el personaje preciso en la primera y lo segundo fue muy profesional, así que nos vamos contentos”. ¡¡¿QUÉ?!!¡¡¿A MÍ!?! No me quedó más que decir un tímido “gracias, yo también lo pasé bien” y, apenas cruzar la salida, reírme como las locas.

3 comments:

Shaskametic said...

Jajajajja realmente me he reído mucho con tu blog, me encanta tu sinceridad y sentido del humor. Oye, podriamos chatear un dia o no sé... me gustaría que conversáramos.
Te veo hoy en la repetición de Ídolos ;)

C+ said...

Me acorde de lo que dijo mi papa cuando te vio en la escena aquella de la pelicula del pozo, que mi mama te la cuenta a mi me da risa :)

Ale Vega said...

Jajajjajajaja que cabra más loca Diosito santo... me encanta leerla!